En esta obra, de corte surrealista, destaca la superposición de formas, con líneas sinuosas y centelleantes que crean la sensación de movimiento en suspensión acrecentado por el empleo del color plano. Como es habitual en sus obras, Mario Granell crea espacio mediante la yuxtaposición de figuras de tamaños graduales. Es la representación de un "jardín del espacio", donde Mario imagina la disposición de extraños astros suspendidos en medio de la nada, donde no existe la gravedad terrestre. Pertenece a una serie llamada Jardines siderales, en la cual el artista realiza diversos cuadros de similares características.