Inspirado en sus estancias en Alemania. En esta ocasión representa un cabaret o sala de espectáculos que recuerda a los ambientes de finales de los años veinte previos a la República de Weimar. Son años en que la sociedad alemana trata de reponerse del impacto de la Primera Guerra Mundial dándose a los placeres mundanos. Símbolo de la época son también los atuendos de los personajes y la presencia de la música jazz, propia del momento. La amabilidad de la representación contrasta con los retratos que Grosz realizó de estos años. Los tonos rosados y marrones, animados por el blanco se unen a la densa composición que transmite el ambiente agobiante de estos lugares. A nivel plástico dominan las formas curvas, puntos o redondeces, perfiladas en relieve buscando la sensación de tridimensionalidad. La pintura de Virxilio podría encuadrarse dentro de un realismo ingenuo y primitivista en el que predomina la temática urbanita burguesa como reflejo de una situación social aparentemente tan fugaz como ficticia que recuerda a aquella que vivió Alemania durante el periodo de entreguerras.