El encuadre escogido denota del conocimiento de Lloréns de la pintura impresionista, y concretamente de los paisajes rurales de Pisarro, donde las arquitecturas y los árboles eran los principales protagonistas. Asimismo, los colores vivos, blancos, verdes y rojos, salpicados de azules y marrón, y aplicados de forma pura, miran este tipo de pintura. La principal diferencia con Pisarro reside en la pincelada, lamida y menos matérica que la del pintor francés.