La casa del labrador es uno de los múltiples paisajes de Francisco Lloréns dedicados a la campiña gallega. Realizado como un pequeño y veloz boceto, el dibujo desaparece en favor del color, gran protagonista de la obra. Mediante una pincelada veloz y matérica, el artista compone una típica casa gallega de labranza, situada al centro de la composición. Los tonos amarillos, mezclados con verdes y ocres, dominan los primeros planos, contrarrestando el empuje del blanco de la casa. En los registros superiores, dedicados a los planos más alejados, la paleta se enfría progresivamente, dejando paso a los verdes y grises, con lo que crea la típica atmósfera gallega. El tipismo y el componente regionalista, domina la composición.