La casa del poeta. Estela IV

La verticalidad de la presente obra evoca formas ancestrales como el menhir, el obelisco o las mismas estelas de la Antigüedad utilizadas con carácter funerario. Partiendo de esta tradición, Chillida aporta la novedad formal y material de utilizar acero, una aleación emblemática de nuestra era industrial poco utilizada en el arte hasta entonces.

  • Eduardo Chillida
  • 1988
  • Escultura
  • Acero cortén
  • 1623
  • 134 x 32,2 x 32,3 cm
  • Colección de Arte ABANCA

Desde la Antigüedad, las estelas han sido concebidas como unos monumentos conmemorativos que se erigen sobre el suelo adoptando diferentes formas. Eduardo Chillida dedicó una serie de estelas en homenaje a artistas y escritores como Alberto Giacometti, Pablo Picasso o Jorge Guillén. La verticalidad de la presente obra evoca formas ancestrales como el menhir, el obelisco o las mismas estelas de la Antigüedad utilizadas con carácter funerario. Partiendo de esta tradición, Chillida aporta la novedad formal y material de utilizar acero, una aleación emblemática de nuestra era industrial poco utilizada en el arte hasta entonces. El título de la obra La casa del poeta. Estela IV, define claramente al escultor, quien es considerado un poeta del espacio y la materia. Para Chillida la poesía y, especialmente, la de los místicos españoles del siglo XVI, ha sido una fuente inagotable de inspiración que se traduce en el lirismo que emana de sus obras. En esta estela Chillida quebranta la solidez del bloque al abrir un espacio en la parte superior que amplía su dimensión. Para el escultor, la idea del espacio iba unida al concepto de limite. Octavio Paz dijo a propósito de su obra: “el límite es el verdadero protagonista del espacio, como el presente, otro limite, es el verdadero protagonista del tiempo”. Cuando Chillida dibujaba, la hoja de papel era un espacio en blanco, indefinido, neutro, que conseguía definir, concretar y dotar de sensibilidad en el momento que lo delimitaba con los trazos de tinta. Lo mismo sucede en su escultura: juega con el espacio, intentando atraparlo y, por tanto, ponerle un límite que lo convierta en tangible y concreto al espectador. El artista actúa como un ser que busca, pregunta y desvela los misterios del universo para que el público lo comprenda.  

 

Texto extraído de: GARCÍA LUSA, S. (coord) (2008) Colección Arte XX, Museo de Bellas Artes de Bilbao [p.128]