Frente al retrato de carácter academicista, este cuadro de Sotomayor representa el trabajo que desarrolla alrededor de los «tipos populares», herencia de las corrientes costumbristas de finales del XIX.
Frente al retrato de carácter academicista, este cuadro de Sotomayor representa el trabajo que desarrolla alrededor de los «tipos populares», herencia de las corrientes costumbristas de finales del XIX.
Frente al retrato de carácter academicista, este cuadro de Sotomayor representa el trabajo que desarrolla alrededor de los "tipos populares", herencia de las corrientes costumbristas de finales del XIX.
En esta obra, hay una búsqueda de la narración conseguida mediante la descripción precisa de la realidad. La imagen de la joven se percibe como algo momentáneo, casi abocetado, determinado por la técnica utilizada al pintar, que abordaba directamente la representación, sin dibujo previo a lápiz. Se trata de un modo de representación heredado de Sorolla, y basado en la luz, lo que les lleva a abocetar las formas y a llenar de intenso colorido sus composiciones. El lienzo pertenece a una etapa en la que el pintor está "sugestionado por el sorollismo y la luminosidad mediterránea", previa a aquella en la que se centra en la representación del "mundo galaico de foliadas, interiores y arboledas".
Sotomayor trabaja la materia de una manera muy suelta sobre el lienzo. Empasta y colorea profusamente la obra. Compone las escenas con encuadres fotográficos, en movimiento, resaltando ciertos gestos y actividades de los personajes además de aquellos elementos decorativos que conforman el motivo elegido.