Esta obra recoge una escena típica de la vida cotidiana de la localidad gallega de Betanzos, en la segunda década del siglo XX: las mujeres lavando en el río. Este motivo, claramente anecdótico, es empleado como escusa por el pintor, para trabajar los efectos de luz en el agua, tan del gusto impresionista. Las ondas del río, que distorsionan la imagen, y la claridad de la atmósfera captada, generan reflejos luminosos, que son interpretados por el pintor en una explosión de colorido, vivificado respecto a las tonalidades de los edificios reflejados en el agua. Todo es color y materia, el dibujo ha desaparecido, incluso de los dos animales, totalmente anecdóticos, que pacen en el primer plano. El color y la temática, son un claro ejemplo del aprendizaje de Lloréns junto a Sorolla, que marcó de forma definitiva su pintura, por encima de sus estudios académicos.