En su ciclo de Pantallas, el artista presenta obras de gran formato donde desarrolla su propio universo, formado a partir de las experiencias personales que lo unen al mundo del cine y la fotografía. El artista se sumerge en la oscuridad de las salas de proyecciones, para intentar captar la intensidad plena de la luz, que será más tarde la protagonista de su obra:" los acercamientos que tiene mi obra son sólo la visión de un espectador muy observador que ama el cine, son sólo sensaciones y matices que ocurren dentro de las salas de proyecciones, valoro las distintas oscuridades, me fijo en el cono de luz que sale de la pequeña ventana de proyección lleno de pequeñas partículas azules que flotan...". En esta obra, un color azul puro ocupa todo el cuadro, creando una superficie totalmente plana, vacía y limpia, que sólo se ve alterada por la presencia de la luz, que parece rasgarla como una intrusa que busca perturbar su armonía monocroma. Realmente, parece la captación del momento de la apertura lumínica de la gran pantalla, trasladado a la pintura como un haz de luz de gran intensidad, que se convierte en protagonista indiscutible de la composición.