Las figuras que conforman el universo de Cerviño, son desleídas en el agua durante días, semanas… en un baño que las oxida y funde con el resto de la composición, dando como resultado otra visión totalmente distinta.
Las figuras que conforman el universo de Cerviño, son desleídas en el agua durante días, semanas… en un baño que las oxida y funde con el resto de la composición, dando como resultado otra visión totalmente distinta.
Ángel Cerviño gusta de representar iconos de animales y de deportistas. Sus cuadros se construyen como un puzzle, en el que las piezas no existen por sí solas, si no que su fuerza expresiva está en la interacción de todo el conjunto. Las figuras que conforman el universo de Cerviño, son desleídas en el agua durante días, semanas... en un baño que las oxida y funde con el resto de la composición, dando como resultado otra visión totalmente distinta. En esta ocasión, Cerviño sitúa una liebre, que reproduce en muchas otras de sus obras, en el centro del lienzo, queriendo capturar el instante. La obra se caracteriza por su sobriedad cromática basada en tonos ocres y marrones.