Madrid

La calle José Marañón le sirve de modelo en varias ocasiones ya que durante la Guerra civil continúa viviendo en su estudio de la calle Santa Engracia. Esta época de desasosiego limita su producción considerablemente. El dibujo está realizado sobre un papel pegado a una cartulina ocre claro, con lápiz de grafito.

  • Francisco Lloréns
  • 1938
  • Dibujo
  • Acuarela, tempera y grafito sobre papel ocre
  • 304
  • 31,5 x 24,5cm
  • Colección de Arte ABANCA

La calle José Marañón le sirve de modelo en varias ocasiones ya que durante la Guerra civil continúa viviendo en su estudio de la calle Santa Engracia. Esta época de desasosiego limita su producción considerablemente. El dibujo está realizado sobre un papel pegado a una cartulina ocre claro, con lápiz de grafito. Matiza la tridimensionalidad con temple blanco, contrastado con aguadas apenas azules. Lloréns, una vez más, elige un punto de vista elevado. En este caso más que por preferencia formal, posiblemente responda a la situación bajo la que se encontraba la ciudad de Madrid. Representaba desde el balcón de su casa. Paisaje arquitectónico donde lo primordial es la visión de los edificios y donde la figura humana es parte del decorado realista. Ambiente invernal, caracterizado por los árboles desnudos de hojas y por las figuras abrigadas. Los actores principales de este espacio son los edificios, con sus volúmenes y sus juegos de luz y sombra. Aún traslucen las líneas de perspectiva realizadas previamente a la definición de los volúmenes, que eficientemente plasma la descripción tonal de cada término. Utiliza una perspectiva con un acusado punto de fuga hacia la diagonal. La imagen es abocetada, pero gracias a la verosimilitud conseguida mediante la línea y el sombreado, gana en realismo. Son pinturas realizadas con rapidez para no perder ese carácter inmediato. Las características principales que definen este dibujo y, en general, la obra del pintor son los fuertes contrastes de luz y sombra, una composición muy cuidada, con un perfecto equilibrio de masas, y la matización colorista sutil.

El tema del paisaje urbano adquiere importancia en el Romanticismo, pero será a partir de la obra de los impresionistas que se convierta en eje principal de la temática pictórica. Frente a la preocupación por la luz y el color, Lloréns se decanta por una búsqueda de la imagen del alma de ese espacio a representar, reflejando la inmediatez de una anécdota urbana. Las personas o los coches de caballos, cuando aparecen, son paisaje humano, perdiendo su individualidad y contribuyendo a la definición del alma de la ciudad. Los paisajes de Madrid son fruto del impacto de la guerra y el miedo.

De este periodo la Fundación Barrié conserva dentro de su colección varios dibujos, uno de ellos representa el mismo punto de vista, titulado Madrid en guerra (1937), en otros, como Un palacio encautado (1937) y Nocturno madrileño. Calle de Santa Engracia (1936), reproduce momentos y espacios de la ciudad en guerra diferentes, bajo la disciplina formal que marcan el blanco y negro y la sobriedad del lápiz y la acuarela, como únicos recursos, sobre el papel. Más tarde incorpora a esta serie Madrid (1939) que es de nuevo una reinterpretación del mismo encuadre.