Manteniéndose en la abstracción más pura, esta representación del mar embravecido durante una tormenta destaca por su capacidad de transmitir. El color es el absoluto protagonista de la obra, ya que en su fuerza y contraste reside la tensión de la escena que representa. Desaparece el dibujo por completo dejando paso a la forma, a las masas de color se entremezclan creando el efecto de un mar en movimiento y la violencia de la ola al romper. Así pues, existe también un interés por aportar cuerpo a la obra a través de las texturas, por lo que los craquelados y los generosos empastes conviven en esta obra, demostrando así la calidad técnica del artista.