Marañas

En su obra, encontramos una obsesiva preocupación por las capacidades de representación de la pintura. Murado se aleja de la concepción romántica de la mímesis como imitación de la realidad, todo es verdad y todo es literario. Ya no trata de reproducir la naturaleza, sino que puede crearla y crear una genealogía en la que se encuentra su pensamiento plástico.

  • Antonio Murado
  • 1995
  • Pintura
  • Óleo sobre lienzo
  • 454
  • 200 x 200 cm
  • Colección de Arte ABANCA

La superficie del cuadro se cubre de un entramado de apariencia orgánica, sometido al azar del proceso creativo, a modo de microscópicas topografías. El entramado consiste en una maraña de verdes grises y negros, donde la línea se esconde y vuelve a fluir dando la sensación de movilidad. Esa ida y venida de la línea, de forma continua, enlaza con la tradición de los arabescos orientales. La inspiración de Murado ha sido siempre la naturaleza (hojas, ramas, pétalos de flores). En su obra, encontramos una obsesiva preocupación por las capacidades de representación de la pintura. Murado se aleja de la concepción romántica de la mímesis como imitación de la realidad, todo es verdad y todo es literario. Ya no trata de reproducir la naturaleza, sino que puede crearla y crear una genealogía en la que se encuentra su pensamiento plástico. Será la Naturaleza, a través una tensión de conocimiento o de reconocimiento, la que guardará semejanzas con el cuadro.

Tanto los más veristas realismos, como las abstracciones más desgarradas, son reproducciones perfectas bien de un modelo exterior o bien de sí mismas, como conceptos. En los cuadros de Murado no hay un modelo anterior sino que es la realidad exterior la que se encuentra iluminada por la configuración de unos materiales extendidos sobre una superficie. Es la sed de integración de la mirada, lo que hace que la memoria, el recuerdo o la percepción se esfuercen por encontrar parangones que permitan dar significados a los signos. La sugestión aumenta al no tener las imágenes un claro objeto de representación. Todo es mímesis en cuanto a memoria, percepción, lenguaje o conocimiento, que se articulan ante un objeto que es colocado frente a nosotros. Definiendo con menos distinción, forzamos a que el ojo vea mediante guiños y que un referente surja en nuestra consciencia o memoria, para que se cree el objeto que sustente la imagen.

Murado, deja que el cuadro se componga, dirigiendo apenas los gestos "como una mano que atravesara una cortina de agua". Este dejar hacer es el observar los medios mediante los cuales determinadas configuraciones estructurales de fondos y gestos se depositan sobre una superficie, que más tarde se detendrá a través del barniz u oxidación de los óleos. El detalle, se convierte en el resultado de un proceso de síntesis entre la intención del autor y las cualidades de la materia pictórica. Los gestos se repiten con insistencia, evidenciando que su aparición no es casual. Son seleccionados para convertirse en signos o índices de algo que se está produciendo. Existe una preocupación central por el concepto de gestualidad. El gesto ha de ser una atenta y continua observación de los procesos de formación y movimiento de los pigmentos, mediante una experimentación constante. De este modo, los lienzos se transforman en testigos del transcurso de todo el proceso de creación. Los gestos en círculos y espirales, el aliento que dota de vida a los pétalos, encaminan a la imaginación hacia una sugerencia paisajística. El lienzo es como un paisaje en donde ocurren cosas. Según Murado, su función como artista es propiciar las condiciones en que los elementos generen resultados. El cometido del pintor es proponernos objetos seleccionados por su criterio, para que nosotros podamos interpretarlos.

En esta mirada interiorizada de su obra, queda patente la influencia de Richter. La realidad y lo mimético, la abstracción y lo figurativo se encuentran a un mismo nivel de representación. Realidad y arte, son fuerzas creadoras autónomas que Murado pone en paralelo, haciendo del cuadro el testigo de ese diálogo.