Realizada en 1960, esta obra pertenece al período de medurez de Alejandro González Pascual (1960-1972). En esta época construye una casa en Ortigueira, cerca del Río Mera, y es aquí donde ve en los bosques que lo rodean una fuente de inspiración para su pintura. En ella hay una influencia notoria del expresionismo abstracto. Divide la composición en franjas horizontales que conforman el paisaje, los árboles que aparecen en primer término son tres manchas de color, al igual que los que se agrupan en un segundo plano, formados por manchas redondas. La paleta cromática es sobria, propia de esta fase del autor, y se basa en verdes, azules nocturnos, negros y ocres. Al mismo tiempo, estos colores son aplicados con gran intensidad en una gruesa pincelada, cargada de materia pictórica.