Uno de los géneros cultivados por Souto fue el retrato. En este ejemplo, realizado un boceto a carbón y pastel, del retrato de una mujer joven, que posteriormente realizará en óleo. La muchacha está sentada de frente, y posa mirando directamente al espectador. El artista la representa con una enorme carga de sensualidad, que se refleja en los contornos sinuosos del cuerpo y en su mirada penetrante. El perfil ha sido bien delimitado mediante una linea firme y continua que, junto con el vestido negro, destaca a la figura del fondo de color amarillo. La mujer posee unas proporciones exageradamente estilizadas, en la linea del Greco, al que Souto menciona y por el que dice sentir admiración. Los mismos elementos que emplea para destacar a la figura del fondo, son los que la dotan de volumen y le confieren la estabilidad necesaria para ubicarse en el espacio. El rostro de la mujer aparece bien definido, concentrando en él el detallismo. Souto logra dar a sus modelos un aire de elegancia y solemnidad, que se desprende de sus gestos y su pose. No es posible precisar la datación de esta obra, pero podríamos estar hablando de su etapa de regreso a España en la década de los 60, si tomamos como referencia el óleo final.