La pintura de Solana, como sus escritos, sufrió una fuerte y dramática influencia de la Generación del 98, de las Pinturas negras de Goya, y de sus experiencias personales recogidas en sus andanzas por las zonas más marginadas de las ciudades –arrabales, burdeles, comedores de pobres, cementerios, sanatorios, etcétera-. Su reveladora novela La España negra tuvo su respuesta plástica en una amplia producción artística, ya fuera a través de óleos, ya de dibujos y aguafuertes. En ella recordamos a El Greco, a Valdés Leal o a Goya. Su pintura conjuga la miseria y la fealdad con lo grotesco, y presenta un peculiar y personal estilo pictórico donde incluso las escenas populares -como las procesiones y fiestas populares- también fueron representadas bajo la dura y sombría visión que el pintor tenía de su país.