Nature morte à la soupière está realizado hacia 1917, cuando se encontraba en el momento de madurez de su etapa cubista. Lhote se decanta por el cubismo sintético, con una composición muy cercana a las de Juan Gris. Las líneas compositivas, los objetos y los planos de color se engarzan con el fin de crear una geometría que construya el cuadro de un modo eficaz y atractivo. Toda la descomposición de las formas no impide que los objetos que aparecen en esta obra sean perfectamente reconocibles. Tanto la sopera como la botella, la copa y el libreo y el mueble donde se apoyan son evidentes pese a que hayan pasado por el tamiz cubista. La maestría de Lhote resude ahí, en engarzar perfectamente el cubismo con la tradición sensible de la pintura. El cubismo es una necesidad para él, porque es “el desenlace de todas las investigaciones de todos los siglos… suma todas las adquisiciones plásticas”. Pero, como afirmó nuestro Ramón Gomez de la Serna en su libro Ismos: “Lhote había conseguido la vivacidad naturalista dentro de las reglas y las libertades cubistas… su pintura tuvo un aire totalizador, que él separó un poco de los intransigentes, pero le reintegró al ancho río de la pintura”. Su misión fue dar una visión más humana, más cercana y menos científica, como se deduce del título de la conferencia “De los primitivos al cubismo sensible”, que Lhote pronunció en 1930 en el Instituto Francés de Madrid.