Manzano sugiere la visión de la Ninfa del río Miño, a la cual sitúa en una posición horizontal, recostada, y forma ondulante, como si se tratase de un cuerpo de agua. En este ejemplo, la terracota está policromada, dotando al objeto de un brillo semejante al del aluminio. La sinuosidad de las formas, crea llenos y vacíos que generan juegos de luces y sombras que animan la escultura.