Obra realizada en 1990, año de extraordinaria producción artística para Quessada, que combina el informalismo, la geometría rigurosa y la abstracción, mezclados con influencias del surrealismo y otras corrientes figurativas. En este grabado destaca el dibujo, sumamente preciso y de clara referencia picassiana, autor por el que el artista siente una gran admiración -llegando incluso a doblar las de su apellido. La obra representa a un niño cuya manera de vestir nos traslada a la tradición de Galicia. Los colores elegidos por Quessada son el rojo,el azul, negro y amarillo, que se disocian de la línea del dibujo. La imagen recuerda a los arquelines picassianos, pero reinterpretados desde una estética de tendencia pop, caracterizada por el color plano y el recuerdo a las imágenes comerciales.