Aun cuando, en su condición de paisajista romántico, visitó en el curso de su trayectoria numerosos parajes de la geografía tanto española como europea, plasmando en su obra sus enclaves naturales o monumentales, el ferrolano Jenaro Pérez Villaamil tan solo prestaría atención a su tierra natal de forma muy tardía. De los que se tenga noticia, hay al menos cuatro viajes del artista a Galicia entre 1846 y 1850. Su estancia en tierras gallegas mejor conocida y documentada, que es probablemente también la más prolongada, abarca desde el 28 de julio al 19 de septiembre de 1849, periodo durante el cual recorrió las provincias de A Coruña y Pontevedra. A este viaje se asocian también la mayor parte de las numerosas acuarelas y dibujos del artista con apuntes del natural sobre motivos galaicos.
Por el contrario son raras las telas de Villaamil donde recrea explícitamente temas gallegos. La más conocida, sin duda, es el interior de la catedral de Santiago, que muestra un grupo de peregrinos ante el pórtico de la Gloria y que se conserva en el palacio de la Moncloa. También pintó, al menos, una vista del curro de Noia, de la que se conservan los apuntes del natural que la inspiraron en el pazo donde se alojó el artista durante su estancia en la villa coruñesa.
Todo indica que la composición que comentamos es una fantasía arquitectónica que mezcla diversos estilos en la invención de la iglesia representada, un fórmula que en modo alguno es infrecuente en la obra de Pérez Villaamil, pues hay ejemplos de caprichos de esa índole tanto entre sus telas como en sus acuarelas. Es, desde luego, la presencia del crucero de piedra la que sugiere un nexo entre lo representado y Galicia. De hecho, se conserva en colección particular una acuarela, fechada por el artista en Sigrás el 30 de julio de 1849, que muestra una composición análoga con una ermita románica vista, asimismo, como en el lienzo en cuestión, por su ábside, acompañada, en este caso a la derecha, por un crucero.