Esta obra fue realizada durante el primer año de su estancia en México. Movido por una sensualidad y por la calidez que desprendía un nuevo paisaje, realiza obras como esta acuarela, llenas de luz y color. Los temas de esta época son muy variados y más amables que en etapas anteriores, donde la carga social y la reivindicación eran el objetivo de su obra. Los Payasos han sido un tema recurrente durante el siglo XX, aunque los más célebres sin duda son los de Picasso, en los que probablemente se inspiró el propio Souto. La calma, el sosiego y la tranquilidad que se desprenden de esta obra, remiten a un clasicismo taimado y a la vuelta al orden. La composición es clara y sencilla, y está dominada por el color y la pincelada suelta de origen expresionista. Se decanta por la gama de azules claros, con la variable de plateados, los blancos y amarillos, que proporcionan luminosidad, el rojo intenso, el salmón y el negro, que nunca llegó a abandonar del todo y que le servía para dotar a las figuras de volumen, mediante una linea cargada de expresividad. El exilio fue una etapa artísticamente prolija y variada, tanto técnica como temáticamente, y en la que el artista pareció encontrar la calma necesaria para revisar y reflexionar acerca de su trayectoria y de aquella influencias recibidas hasta entonces.