Este cuadro forma pareja con el anterior. En este caso, Pintos Fonseca emplea el mismo recurso que en el anterior para crear la perspectiva, pero ahora el tronco en diagonal cae hacia la izquierda, separándose de los árboles. Al igual que en Pinos I, los efectos meteorológicos que plasma, están definidos mediante las nubes grisáceas que cierran la composición. Destaca el detallismo en la captación de los efectos lumínicos. Aquí la luz es rojiza, como la del sol al atardecer, y procedente de la derecha, incide en los troncos de los árboles.