Pizarra

  • Antonio Murado
  • 1998
  • Pintura
  • Óleo sobre lienzo
  • 1193
  • 200,5 x 249,5 cm
  • Colección de Arte ABANCA

Pizarra es otro ejemplo de la producción llevada a cabo por Antonio Murado durante los años noventa. Empleando grandes superficies cuyas dimensiones rozan la estandarización –la mayoría de estas obras son de 200 x 250 cm- el pintor realiza una suerte de paisajes metafísicos a partir de superficies abstractas que, sin embargo, encierran conceptos concretos. Se trata de obras que, sin poder ser estrictamente denominadas experimentales, nacen del afán del artista por indagar en el proceso creador de la pintura. El recuerdo de las superficies de color de Marc Rothko aflora ante estos trabajos que, sin embargo reaccionan ante los postulados del Informalismo y del Expresionismo Abstracto Americano, ya que la violencia de la pincelada, el protagonismo de la materia y la presencia explícita de la mano del creador son eliminadas radicalmente por Murado, que propugna un método creativo en el que la huella del autor y la materia desaparecen con el fin de conceder un protagonismo absoluto a la propia pintura. De este modo emparenta con los artistas de la Abstracción Post-pictórica, cuyo trabajo no había tenido especiales resonancias en la pintura española. El resultado son obras que parecen producto de un proceso industrial, no siendo por el empleo de múltiples veladuras que generan los distintos matices de la superficie y que son indicio de la presencia del pintor. No obstante, Murado se desmarca del grupo americano al evitar despojar de significado sus obras, sugiriendo la existencia de otras realidades que trascienden al propio acto pictórico.