Durante su estancia en México, sumido en la nostalgia y la añoranza, Souto comienza a pensar en tiempos y sobre todo lugares pasados, como Galicia o París, donde su pintura comenzó a tomar cuerpo. Por este motivo Souto retoma los temas utilizados anteriormante, y en especial aquellos que hacen referencia a estos lugares, como Plaza de París. Lo que anteriormente fuera utilizado como souvenir, en su etapa neoyorkina, ahora es representado por el mero acto de pintar, recreándose en la belleza del mismo. Nos transmite el París del cambio de siglo con sus amplios bulevares recorridos por coches de caballos y por figuras con traje de época, algo que sin duda toma de Bonnard. La capital francesa es pintada con un trato amable, y una paleta de colores sepia y rosados, que se convinana con el omnipresente negro y con algún tono de verde salpindo los árboles. En esta vedutta, mantiene el esquema compositivo de otras estampas de tema parisino como la Place des Victoires o el Panteón visto desde la Rue Soufflot. En el centro, coloca un motivo, como puede ser una fuente o una estatua, presidiendo la composición. En un segundo término cerrado por edificios, establece una fuga que nos conduce al fondo del cuadro para introducirnos en los amplios bulevares de París. Por lo general en estas obras suele haber una explosión de color, e incluso un acercamiento a obras fauves en la pincelada, que desdibuja las formas a la vez que las dota de pulsante vida.