Pranto pola muller caída pone de manifiesto la preocupación constante de Luis Seoane por la memoria histórica, en este caso por los muertos de la Guerra Civil. En 1963, Seoane retorna a Galicia tras un exilio político que lo mantuvo en Argentina durante casi treinta años. Todas estas vivencias, la dureza del pasado, el terror de la guerra, la persecución política y el exilio, quedan reflejados en sus lienzos, que se vuelven más narrativos y evidentes que en los referidos a temas más amables. La línea adquiere el protagonismo perdido en obras anteriores, y el ajuste de las piezas de la composición es más elemental, tratando de favorecer la claridad de la idea que quiere transmitir. Recupera los ritmos curvos y las líneas dinámicas, que no por ello dejar de ser sintéticas parándose apenas en la descripción de los rasgos y la fisonomía. El color evidencia las violentas tensiones expresivas, estallando como si quisiera mostrarnos su potencia interna. El empleo de grandes superficies negras, acentúa el dramatismo psicológico de la escena, y provoca saturación de los colores que le rodean.