Las Damas de 1963 han evolucionado mucho con respecto a los años 50 y Rastroja es una obra más acabada que las anteriores, menos violenta de forma, composición y ejecución, ganando en el sentido pictórico.
Las Damas de 1963 han evolucionado mucho con respecto a los años 50 y Rastroja es una obra más acabada que las anteriores, menos violenta de forma, composición y ejecución, ganando en el sentido pictórico.
Saura presentó Rastroja en la segunda exposición individual que celebró en la Galeria Pierre Matisse de Nueva York en marzo de 1964. El cuadro forma parte de la serie Damas, cuyos primeros ejemplos se remontan a 1956, a su vuelta de París. Las Damas de 1963 han evolucionado mucho con respecto a los años 50 y Rastroja es una obra más acabada que las anteriores, menos violenta de forma, composición y ejecución, ganando en el sentido pictórico. En 1956 Saura encontró en las Damas la clave de cómo desarrollar su pintura en un momento en el que estaba interesado por la pintura abstracta, pero ésta le parecía caótica. En el catálogo de la exposición de la galería Pierre Matisse el propio Saura explicó como habían resuelto ese dilema: “Para adquirir este resultado, el método que usé es empezar con una forma, o mejor una estructura, inspirada en el cuerpo femenino”. La mujer fue un sinónimo de belleza para Saura, que afirmaba en este mismo texto: “La belleza de las mujeres me impacta como un rayo, mucho. Me gustan mucho. Esta es sin duda el porqué de que el protagonista de muchos de mis cuadros son mujeres… Soy un hombre que amo la belleza de las mujeres, cuando las que pinto no son bellas. Después de todo las Venus prehistóricas son monstruosas y maravillosas. Amar, protestar y destruir: eso es pintar. Para el artista, “amar y el deseo de destruir no son incompatibles”.