La Recolectora IV es la última del grupo, aunque su actitud y disposición, abren el conjunto que, lejos de ser cerrado, se abre implicando al espectador e instándolo a no olvidar. La actitud y los gestos, en este caso el rostro manchado y cansado de la Recolectora, demuestran el inmenso esfuerzo realizado, así como una disposición casi automática al trabajo, que se trasluce en su mirada perdida.