En el año 1989 Rogelio Puente llevó a cabo la realización del retrato de Claudio San Martín que había sido presidente de Caixa Galicia entre los años 1981-1988.
El pintor se encuentra, en ese tiempo, en uno de los momentos álgidos de su trayectoria profesional, consolidando una obra que crece en equilibrio y serenidad.
Recientemente había exhibido una amplia selección de su pintura en el Kiosko Alfonso de A Coruña, que luego sería mostrada en Santiago de Compostela; su producción artística era comercializada en los EE.UU., y aunque acometía de vez en cuando algún encargo específico, dedicaba una gran parte de su tiempo a la lenta elaboración de un proyecto creativo que trataba, desde el silencio de su estudio, de profundizar en la búsqueda de un mundo añorado, en parte ya borrado por la huella del tiempo.
El retrato de Claudio San Martín, supone para el pintor el ejercicio de un recuerdo; se trata de un homenaje personal a un hombre, que fue a la vez un amigo. La atmósfera creada en torno al personaje retratado es atemporal. Desprovista de elementos accesorios, la obra muestra en su conjunto el deseo de destacar aspectos relativos a lo humano, situando al personaje retratado en un contexto intencionadamente afectivo, cuidadosamente cercano. Sobresalen en el mismo cualidades psicológicas, percepciones emotivas que relacionan intensamente al pintor con la recreación del personaje.
Pilar Corredoira