Durante su estancia en México, el retrato fue uno de los principales medios de vida de Arturo Souto. En este ejemplo, el artista retrata a una joven cuya elegante vestimenta y posición la describen como miembro de las clases altas del país. Souto sitúa a la mujer ante un fondo neutro, en tonos verdes muy luminosos, que contrastaran con el rojo oscuro del traje de la chica. La modelo está sentada en una silla, de la que sólo vemos el respaldo, sobre el cual descansa los brazos. El cuerpo, ligeramente adelantado, dibuja un contorno sinuoso, que invita a recorrer con la mirada el cuerpo femenino. La luz se concentra en el rostro, donde el artista resalta los delicados rasgos de la joven. La posición de la figura, el empleo de la silla y los tonos escogidos para el fondo, dotan al retrato de una elegante modernidad.