El cuadro se basa en el mito del dios hindú Visnú, que bajó a la tierra y quiso dejar su huella en el manantial del río Ganges, seco en ese momento, para que rebrotara. Basso realiza una abstracción del lugar donde Visnú dejó su huella, representándola en el centro de la composición, y alrededor de ella hay un gran cúmulo de vegetación y vida que fluye, como consecuencia de su acción. La presencia del rojo y el blanco son significativas de la cultura hindú, donde, a menudo, aparecen decorando las paredes de sus templos, como una representación del fluir de la vida y de la creación. El blanco es una metáfora del componente masculino, mientras que el rojo lo es del femenino. El modo en que Basso aplica estas tonalidades a la obra, remite al violento conflicto que enfrenta a ambos sexos que, sin embargo, unidos son símbolo de la vida.