Rosiña es uno de los personajes esperpénticos, de un expresionismo distorsionado, que caracterizan la primera etapa pictórica del artista.
Rosiña es uno de los personajes esperpénticos, de un expresionismo distorsionado, que caracterizan la primera etapa pictórica del artista.
Rosiña es uno de los personajes esperpénticos, de un expresionismo distorsionado, que caracterizan la primera etapa pictórica del artista. Sobre una frágil base de cartón, Lamazares aplica los pigmentos, que aparecen determinados por los cauces del material mismo, sus arrugas y desgarros. Con ellos da forma a Rosiña, una figura desproporcionadamente alargada, sitúada sobre un fondo que combina el verde y el azul, que alza sus brazos sobre su cabeza, que contiene todos sus sueños. La obra, que tiende a una exagerada verticalidad, está marcada por un aire infantil que remite a la ilusión e inocencia de los dibujos de los niños.