Sobre un fondo amarillo, con líneas paralelas horizontales, se superpone una retícula de trazo grueso en rojo, dividiendo la composición en veinte cuadrados. En ellos dispone, diagonalmente, cuatro círculos en negro, y tres franjas horizontales, en verde y blanco, que se superponen a la retícula. En la zona superior derecha representa la silueta de una mano en negativo, símbolo muy característico en toda la producción artística de Menchu Lamas.
Fernando Castro Flórez, propone su propia teoría a propósito de estas manos: "(...) la huella furtiva del hombre, como las manos en negativo que se multiplican en ese presente perpetuo, indican que al nacer el hombre a la visión en la obra se siente herido de muerte. Las manos con los dedos abiertos que Menchu Lamas sitúa en sus lienzos remiten a esa experiencia desgarradora del origen"