Obra realizada en la década de los setenta, en la que el autor evoluciona desde técnicas informalistas con gran dominio de las manchas, a composiciones en donde se refuerzan los elementos geométricos. La reducida paleta se mueve en tonos sobrios que recuerdan al primer cubismo, caracterizado por los tierras, grises, blancos y negros. La pincelada, es más matérica que en las composiciones de la década de los 80, y no refleja las calidades de la madera, que emplea como soporte de la obra. El autor, parte de la descomposición de los objetos a la manera del cubismo, dejándolos reducidos a simples líneas, facetas coloreadas y texturas. Clasifica su estilo de "Neocubismo", reconociendo la gran influencia que este movimiento tuvo en su trayectoria, pero alejándose del mismo por su tendencia a la abstracción, estilo del que parte. Construye la composición a base de capas superpuestas, en torno a un riguroso orden estructural, dominando el negro, que aporta una sensación de peso al cuadro.