Este enorme políptico se compone de nueve piezas alineadas, a través de las cuales el autor expone algunas de las principales señas de identidad de su producción. El espacio plurifocal se construye a partir de la disposición ordenada de una combinación de imágenes triples, las máscaras, de fuerte carácter primitivista, junto con caracolas y otros símbolos nos aproximan a la iconografía de una Galicia primigenia.
El mundo pictórico de Patiño se basa en la fuerza emblemática de las imágenes y en la gestualidad e intensidad de los colores, en la que nos encontramos ante una gama cromática propia de la época de Atlántica, mezclando verdes, rojos y amarillos. El pintor recompone los fragmentos de una tradición ancestral a través de un cromatismo exaltado.