El vínculo del artista con su ciudad natal se hace patente en muchas de sus obras y este es desde luego, uno de esos casos. La representación de la ciudad de A Coruña se realiza desde el cariño, destacando aquellos lugares vinculados a la ciudad y representándola en su totalidad en un formato vertical. Lo curioso de su formato viene derivado de estar adaptado para exponerse en un espacio de tránsito entre varias plantas de un mismo edificio, por ello su altura es superior a los seis metros.
Bordeado por una cenefa amarilla decorara con elementos de la naturaleza, la obra recorre, sin seguir un plano realista, toda la ciudad con sus aspectos más emblemáticos. Destaca especialmente el mar, que rodea toda la ciudad, plagado de barcos y en el que se representan también las grúas del puerto. Si continuamos ascendiendo elementos como el Castillo de San Antón, el obelisco, las cúpulas de María Pita, el Palacio de la Ópera y por supuesto, la emblemática Torre de Hércules.