Sin título

Sin título, lienzo fechado en 1987, presenta una trama vertical amarilla dividida en tres cuerpos rectangulares sobre un fondo negro. Las líneas de las celdas perfectamente ordenadas en lo alto del lienzo empiezan a quebrarse en la parte baja del cuadro. La supuesta línea-base de la malla aparece ya completamente partida, de hecho, en 17 piezas o tiras de un amarillo más claro, que se mueven como fichas de un dominó, cayendo unas sobre otras.

  • Francisco Mantecón
  • 1987
  • Pintura
  • Técnica mixta sobre lienzo
  • 1530
  • 114 x 89 cm
  • Colección de Arte ABANCA

El conjunto de la producción visual de Francisco Mantecón, artista vigués formado en Barcelona, abarca distintas modalidades de entender la imagen, desde los postulados pragmáticos del diseño gráfico hasta los principios formales del geometrismo moderno y minimalista. Por un lado, en cubiertas para libros y diseños industriales su grafismo está en servicio del objeto que presenta, al guardar una relación directa con él y enriquecer su contenido o propósito. Por otro, en obras estrictamente artísticas creadas con libertad en el estudio, la forma se libera de cualquier atadura y se compromete sólo con la belleza de la estructura geométrica más pulcra y con el trazo del pulso manual que hace vibrar las imperturbables líneas rectas o romper los colores puros punto una mirada atenta a su trabajo demuestra, en efecto, como Mantecón siempre sometido a las distintas influencias estéticas a un estilo plástico propio. Gran parte de sus cuadros carecen de título, quizás por la dificultad qué supuso para él tener que encontrar una paráfrasis verbal a una expresión inequívoca y no quién inequívocamente visual.

Sin título, lienzo fechado en 1987, presenta una trama vertical amarilla dividida en tres cuerpos rectangulares sobre un fondo negro. Las líneas de las celdas perfectamente ordenadas en lo alto del lienzo empiezan a quebrarse en la parte baja del cuadro. La supuesta línea-base de la malla aparece ya completamente partida, de hecho, en 17 piezas o tiras de un amarillo más claro, que se mueven como fichas de un dominó, cayendo unas sobre otras. Dicho movimiento otorga una agilidad al trazado que contrasta visualmente con la seria disposición de los ángulos rectos en la parte superior del cuadro. También aquí puede descubrirse una ilusión al mundo del libro, pues cada pieza que gira sobre el oscuro fondo monocromo recuerda las páginas de un volumen que parecen ser arrastradas por el viento. La preocupación filosófica que atraviesa la hora de Mantecón está de nuevo presente en esta pieza: la convivencia, feliz o confrontada, entre orden y caos, equilibrio y confusión, repetición y diferencia. 

Iria Candela