La llegada del artista a Argentina, provocó cambios en el desarrollo de su obra. Buenos Aires, ciudad en la que se asentó, era por aquel entonces la capital cultural de Hispanoamérica. Allí tomó contacto con las vanguardias experimentales, que dirigían su discurso estético hacia la reivindicación de la pureza de la pintura, manifestada en la importancia del gesto como elemento clave de la expresión, y símbolo de la individualidad de la acción creadora. Estos movimientos, se desarrollaron tanto en Europa (Informalismo), como en Estados Unidos (expresionismo Abstracto). Laxeiro, sintió empatía por esta línea de acción, dado que desde sus inicios, en sus óleos había una clara conexión con las obras de los expresionistas alemanes, tanto por su pincelada gestual y pastosa como por el modo barroco de representar los temas. Los años que Laxeiro pasó en Buenos Aires(1951-1970), fueron profundamente experimentales. Sombra, es una obra en la que la pincelada, netamente gestual, lo inunda todo. Ahora, la figuración se diluye ante nuestros ojos, convirtiéndose en abstracción, mediante brochazos cargados de materia que dejan huella de la acción desenfadada, de la pincelada negra. La paleta continúa siendo la propia de sus obras, en carmines, ocres y amarillos, mientras la mancha negra central, domina la composición.