El montaje Surface Invaders forma parte de una serie del mismo nombre que Alberto Barreiro realizó a finales de los noventa. En ella este artista combina materiales tan diversos como cristal, fotografía, luces y espejos con elementos de última generación como los ordenadores, el vídeo y las proyecciones, transgrediendo los límites de una superficie física plana y llenando su obra de mezclas insólitas en formatos de grandes dimensiones. "Lo pictórico supera sus intenciones en aras de optar por la escenografía instalada como totalidad, insinuando los mismos problemas de luz y percepción que modelan espacios minimalistas que encontramos en el norteamericano Turrell".
El desnudo clásico femenino, al que recurre constantemente, aparece impreso digitalmente en esta obra sobre los tres espejos inferiores que componen la instalación, junto con líneas paralelas verticales realizadas en vinilo de color rojo intenso. Los tres espejos superiores tienen impresiones fotográficas digitales, combinadas con líneas más gruesas que las encontradas en los espejos antes mencionados, de vinilo de color naranja y negro.
El montaje se completa con una proyección de vídeo de un desnudo femenino en el ángulo superior derecho, semejante a las representadas en los espejos inferiores que sólo fue proyectada en el IV Foro Atlántico de Arte Contemporáneo, celebrado en Pontevedra en 1999, y en el que recibió el primer premio.
En su ponencia "Los invasores de las superficies" -pronunciada en el ciclo de conferencias "Mitos de fin de siglo" organizada por la Universidad de Vigo en el verano de 1998-, Barreiro reflexiona sobre el arte y su filosofía particular: "se podría entender el arte como un jardín de vida artificial, un espacio de interacción de pequeños elementos significativos, que activados dinámicamente por la energía de la visión del espectador producen estructuras de carácter complejo".
Los invasores de las superficies (Surface Invaders), son según el artista "un tipo de virus que se apodera en silencio de las ideas y una mañana al despertar, te las encuentras tan sólidas y tan comprimidas unas con otras que forman una masa compacta. Y todo está ahí, formando un denso cuerpo de materia filiforme e inestable. Con el tiempo esa masa se prolonga por tus ojos e invade el espacio, y el aire es un fluir denso que une objetos de densidades aún mayores, y las miradas se componen de infinitos hilos de fibra óptica, que se disparan aquí y allá a través de un aire de aceite y se introducen en las superficies vecinas"