Obra perteneciente a lo que algunos autores denominan como pintura renovadamente lírica, de la que Broto es uno de sus mejores representantes.
Obra perteneciente a lo que algunos autores denominan como pintura renovadamente lírica, de la que Broto es uno de sus mejores representantes.
La pintura de este artista es plana por definición; no le interesa ningún material que interfiera y pueda distraer la atención del espectador de lo meramente pictórico. Así lo apreciamos en esta pieza, donde una gran mancha de color rojo intenso centra la composición rodeando una figura geométrica que es, junto con el color, la gran protagonista del cuadro.
La explosión de energía del elemento geométrico se proyecta de este modo a través del color, al que se le da un efecto de relieve y de solarización. Confronta elementos geométricos puros con otros de geometría visualmente ambigua, como cubos y poliedros, que se unen para crear un mundo de elementos informales o de formas difusas. Estas geometrías imposibles no buscan similitudes con el mundo real, simplemente pretenden un ligero acercamiento para crear un universo de elementos abstractos. Broto no desea mostrarnos una técnica suntuosa, sino que pretende desvelarnos la inteligencia de estas formas abstractas. En el ámbito de la representación, el artista potencia al máximo su capacidad metafórica para que el espectador disponga de la libertad absoluta para apreciar estas metáforas y poder evocar su propio mundo imaginario.