En su serie de Vertidos, Berta Cáccamo deja de lado los tonos negros y ocres de sus obras anteriores para abordar los colores descubiertos por la industria. Bajo la idea de la artista de “pintar la pintura”, Berta recurre a estampados monocromos en colores vivos llenos de expresividad sobre fondos blancos, ante un intento de expresar las emociones tras una fluida y simplificada descomposición “cercana a partes iguales a lo orgánico y metamórfico”, en palabras de David Barro.