Lloréns, se enfrenta a la arquitectura desde una visión serena, alejada de la mantenida por otros artistas como el romántico Villaamil, o la mirada costumbrista de Sobrino. Con un encuadre de tipo fotográfico, retrata desde un lateral la iglesia de Santa María de Azougue, mostrándonos, mediante líneas predominantemente verticales, su belleza medieval. El dibujo está muy elaborado, deteniéndose en los detalles y prestando atención a la luz, cuyo claro-oscuro es matizado por el color.