En este dibujo Castelao critica con entusiasmo a todos aquellos estudiantes que pasaron tantos años en Santiago y se marcharon sin conocer a fondo la ciudad, sus monumentos, tradiciones. La cara de asombro del paisano contrasta con la pensativa del boticario, denunciando con esto la incultura de algunos estudiantes de entonces y que llegado el momento se convirtieron en profesionales como el caso del boticario, pero también profesores de la Universidad a los que Castelao dedica esta caricatura y para los que va dirigida la crítica. También hace hincapié en la lengua utilizada por el boticario, que como no podía ser de otro modo por aquel entonces, es la lengua castellana. El rechazo de la lengua materna y propia de un pueblo, también le sirve a Castelao para regodearse de la poca cultura que muestran los "sabios mestres de Compostela". En la factura del dibujo destaca la perfecta diferencia entre el boticario y el cliente. El paisano está caracterizado con unos rasgos muy esquemáticos, pero que transmiten afabilidad, se encuentra avejentado y con cara de cansancio, lo que contrasta con el gordo y ocioso boticario símbolo de la opulencia y el acomodo de la clase alta.