Se trata de un paisaje en el que el primer plano viene ocupado por el río en el que se reflejan los árboles que encontramos al fondo, centrando la composición. Es importante la representación del momento del día, el atardecer. El artista capta el momento concreto en el que el sol cae por detrás de los árboles, lo que le da pie a jugar con la luz que se cuela a través de ellos con tonalidades anaranjadas que contrastan con la oscuridad del resto de la pieza.