Nacido en Caracas, a los tres años de edad se traslada a vivir a Galicia. Pintor autodidacta, se da a conocer a mediados dos 80 tras asistir durante el curso 1985/86 a varios «Talleres de Arte Actual» del Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde contacta con artistas como Darío Villalba, Eduardo Arroyo y Gustavo Torner.
Sus primeras obras muestran una clara herencia del informalismo español, con un estilo gestual y matérico, de apariencia descuidada que individualizan su lenguaje, a contracorriente de la figuración expresionista dominante en Galicia. En 1988 obtiene una beca para residir en la Cité Internacionale des Arts de París, donde su pintura va adquiriendo densidad y cuerpo, trabajada muy encima del soporte.
En noviembre de 1991 se traslada a un pequeño pueblo de la región de Umbría (Italia), donde utilizaba como estudio una iglesia de estructura medieval abandonada. Es una etapa de transición en su obra donde se ve influenciado por los frescos de esta iglesia. Sus pinturas anteriores a la etapa italiana estaban claramente marcadas por los contrastes de blancos y negros, pero allí descubre a artistas como Fontana, recibiendo influencias que le llevan al color.
Relizará también una estancia en Nueva York, volviendo a cambiar nuevamente su estilo. El artista propone esta vez un diálogo entre dos de los integrantes de la Escuela de Nueva York, Pollock y Newmannm y empieza a preocuparse por la línea. Cambia también los materiales y soportes, empezando a emplear la acuarela y el papel, que con el tiempo se va mutando hacia el collage, fotocollage y fotografía pura, procesos que desenvolvía paralelamente a la pintura. Posteriormente vuelve a fijar su residencia en Madrid.
En su obra, de carácter reflexivo y evocador, utiliza materia empastada en la línea de Tápies, y en ella aparecen elementos como dientes, sierras, círculos, ojos y escrituras arabizantes. La tensión es parte esencial de su poética y se deriva de la presencia de símbolos figurativos de voluntad narrativa en pinturas concebidas en una atmósfera próxima al expresionismo abstracto.
Destacan tres referencias constantes en el hacer y el vivir de Darío Basso: los viajes, el sincretismo entre culturas y su asunción de la historia. Debido a su condición nómada, siempre reflejada en su obra, se mezclan aspectos exóticos, fruto de sus viajes por Senegal, Norte de África, la India o América del Sur, con el reflejo occidentalizante de sus estancias en el extranjero.