Nació en Barcelona en 1946, ciudad en la que se licenció por la Facultad de Bellas Artes de San Jordi. Sus comienzos artisticos fueron dentro del ámbito de la pintura y no fue hasta el año 1980 cuando realizó su primera exposición individual de escultura – » En tres dimensiones» – en la Fundació Joan Miró. A partir de esta muestra y de la realizada en la Galería Ciento de Barcelona en 1983, su obra comienza a ser reconocida, sobre todo internacionalmente.
Susana Solano encuentra en la obra de Brancusi un referente importante para su propia producción. Utilizando en un primer momento la madera como material y simplificando las formas hasta alcanzar una espiritualidad geométrica, propone como sistema de relación, entre las diferentes partes, la seriación. Poco después, incorpora el hierro y el plomo y asume la técnica del forjado industrial, enfatizando la faceta artesanal del proceso. En esta primera incursión en la escultura predominan los bloques compactos, donde incorpora cuadrículas y barras para enriquecer el espacio, que deja de ser unitario. Un ejemplo de esta época es la obra del año 1984-85 Colinas huecas.
Paulatinamente se ha ido deshaciendo de los juegos de planos y enfatizando lo constructivo en estructuras cerradas y jaulas. Desde un primer momento, aunque parte de la geometría, hay una preocupación constante por el espacio y la estructuración arquitectónica. Esta tendencia se ha incrementado con el paso del tiempo, y en la década de los noventa el espacio aparece tratado de una forma teatral. El medio líquido es también un asunto recurrente desde los años ochenta cuando realiza Estación Termal, Impluvium (1987) o La balsa de la Medusa (I) (1997), denotando todo lo que de metáfora de la vida tiene, desde el curso de los ríos al agua estancada.
Al mismo tiempo que realiza sus obras tridimensionales, trabaja en el ámbito del grabado como la carpeta Imagen y memoria, que realiza en 1989 e incorpora la fotografía ya sea como complemento o como protagonista exclusivo. Introduce la imagen por la necesidad de matizar en unas coordenadas espacio-temporales precisas, las ideas que traslucen desde un principio en su obra: la ruptura fundamental de la relación del hombre con la naturaleza. En un principio la fotografía es en blanco y negro, y se expone junto a las piezas tridimensionales estableciendo una complementariedad de lenguajes. Los temas tratados son el dolor, la supervivencia como en Homo hominis lupus (1993-1994). Fue a partir del año 2000 que incorporó a grandes estructuras de hierro forjado las imágenes de gran formato tomadas durante sus frecuentes viajes a Asia y África, formando un todo inseparable (Varanasi III).
Asimismo cabe destacar su labor pedagógica, ejercida en la Facultad de Bellas artes de San Jordi donde forma a varias generaciones de artistas. En el año 1987 los organizadores de la Dokumenta 8 de Kassel seleccionaron obra de la artista, que también participó en la Bienal de São Paulo. Realiza una exposición en solitario en el Museo de arte contemporáneo de Burdeos, y al año siguiente compartió el pabellón español de la Biennale de Venecia con Jorge Oteiza con las obras No y Naixement de Valentia. Fue galardonada con el Premio Nacional de las Artes Plásticas del Ministerio de Cultura1 y en 1989 presentó su obra en solitario en el Abteiberg de Mönchengladbach y en el Museo Hirshhorn de Washington. Tres años después, participó de nuevo en la Dokumenta IX en Kassel y realizó una muestra en solitario en la Galería Whitechapel de Londres. Su obra está presente en múltiples colecciones institucionales como la de la Fundación Amigos de Arco o en la Fundación Juan March.