A los dos años de edad, huérfano de padre, se trasladó con su madre a Santiago de Compostela para vivir con un tío suyo, Eugenio del Blanco Álvarez, que era Canciller del Arzobispo. Allí realizó sus estudios de Bachillerato, al tiempo que asistía a clases de dibujo con Eugenio Villar y Ángel Bar, recibiendo las lecciones de José Fenollera.
En 1905 se trasladó a Madrid para estudiar Ciencias Exactas. Ante el fracaso del curso se matriculó en Medicina, licenciatura que compaginó con sus clases nocturnas en el Círculo de Bellas Artes. Una vez licenciado realizó un viaje de dos meses a Palestina y Egipto, gracias a la herencia que recibió de su tío, para más tarde trasladarse a Florencia, lugar en el que residió durante un año con otros artistas que estaban allí pensionados.
La Primera Guerra Mundial le sorprendió de viaje por Grecia y Turquía, por lo que decidió trasladarse a Venecia, donde permaneció hasta que Italia entró también en el conflicto mundial. En 1917, de nuevo en Madrid, le conceden la tercera medalla en la Exposición Nacional. A finales de ese mismo año viajó a Tánger, y en los años posteriores a Cuba y Nueva York, donde tuvo un estudio en la Calle 47.
Volvió a Galicia en 1924, para trasladarse, tres años después, a Cádiz donde había conseguido la Cátedra de Anatomía Pictórica de la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad, en la que también fue nombrado Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes. En 1933, por un concurso de traslado, regresó a Compostela, donde trabajó como director de la Escuela de Artes y Oficios. Dos años más tarde consiguió el título de profesor de dibujo de la Escuela Superior de San Fernando de Madrid, lugar en el que no residió demasiado tiempo, ya que volvió a Santiago, donde ganó la plaza de profesor de dibujo de la Escuela de Trabajo de Santiago de Compostela. Aquí montó un taller de artesanía con Enrique Meyer, llamado Jacobea, en un inmueble de la calle San Miguel actual Museo das Peregrinacións), donde se realizaban trabajos artesanales de vidrieras, muebles y platería.
Durante estos años expuso en Vigo, Montevideo, Santiago de Compostela y Buenos Aires, aunque las dificultades de la Guerra Civil produjeron un vacío pictórico en su producción. En 1954 fue nombrado Académico de la Real Academia de Bellas Artes Nosa Señora do Rosario de A Coruña, que le realizó un homenaje por su labor artística en Santiago de Compostela un año después.
El fallecimiento inesperado de su hijo Rodrigo, en 1958, lo conmocionó de tal forma que no llega a recuperarse de este hecho. Gravemente enfermo, y viendo llegar el fin de sus días, proyectó un sepulcro familiar. Murió en Santiago de Compostela el 16 de octubre de 1959.
La pintura de González del Blanco se centra fundamentalmente en la Galicia rural resumiendo, a modo de crónica, sus gentes, ambientes y labores del mundo agrícola y pesquero. Su inclinación hacia los postulados del realismo costumbrista se manifiesta en sus obras, e incluso se le ha relacionado con el Naturalismo de finales del siglo XIX y principios del XX. Tiene un gran dominio del dibujo, de la luz y el color. Sus composiciones son clásicas, con diagonales muy marcadas y haciendo uso del medio y primer plano.