Tabla 25-94

De cúpulas, fortalezas, interiores de catedrales y monumentales órganos, tratan de pinturas de Lucio Muñoz que, lejos de cerrarse como imágenes, poseen un innegable poder evocador. Evita el pictoricismo, faceta más formalista, para tratar de «llegar a la máxima complejidad y sutileza utilizando exclusivamente las armas de la materia». A pesar de tratarse de una obra netamente matérica, hay mucho de metafísico y un gran misticismo en ella.

  • Lucio Muñoz
  • 1994
  • Mixta
  • Técnica mixta sobre tabla
  • 451
  • 200 x 244 cm
  • Colección de Arte ABANCA

"La madera es una materia noble que siempre tiene un comportamiento más noble y creíble ante la acción de la naturaleza que ante la manipulación del hombre. Muchas veces he comentado que me gustaría ser capaz de tratar la madera como la trata el mar. El mar siempre mejora lo que devuelve, lo deja más creíble, le quita lo superfluo".

De cúpulas, fortalezas, interiores de catedrales y monumentales órganos, tratan de pinturas de Lucio Muñoz que, lejos de cerrarse como imágenes, poseen un innegable poder evocador. Evita el pictoricismo, faceta más formalista, para tratar de "llegar a la máxima complejidad y sutileza utilizando exclusivamente las armas de la materia". A pesar de tratarse de una obra netamente matérica, hay mucho de metafísico y un gran misticismo en ella. Francisco Nieva destaca la vertiente romántica de la obra de Lucio, que va más allá de las modas vanguardistas y conduce al espectador hacia mundos interiores y míticos, que remiten a mundos lejanos. J. Chevalier y A. Gheerbrant dicen acerca del simbolismo de la madera: "la madera es por excelencia materia, lo que se expresa hasta en lenguaje popular, heredero de las tradiciones artesanales que trabajaban principalmente en madera. (...) En Grecia, la palabra hyle, que tiene el mismo sentido de materia prima, designa literalmente la madera".

Calvo Serraller relaciona el hecho de que Muñoz se decantase por la madera con un cierto goticismo, pues considera que con ello renunciaba a la planitud y la geometría, tendiendo hacia un arte vertical. La madera ofrecía a Lucio distintos modos de operar y expresarse. Podía rasgar, quemar, embadurnar, revelar, simbolizar, e incluso explorar la luz. En definitiva, transmitir mediante el gesto, pero dando a su vez libertad al material.

De unas maderas más intensas y oscuras, Lucio Muñoz pasó a otras más claras y transparentes, que son las características de sus últimos años y de las que esta obra es un ejemplo. La elección de maderas tiernas, verdes es una apuesta por la vida, por el renacer y reflejan uno de los grandes temores del artista, la muerte. Porque Muñoz era un vitalista, y esta pasión siempre estuvo presente en su arte, pero, sobre todo, en el de los últimos tiempos, como si quisiese capturar algo de la vida, que él sabía que se le escapaba lentamente.

Las obras de su última etapa son, tal vez, las más matéricas. La madera es cada vez más protagonista, disputándose este honor con la pintura. Aumenta la tridimensionalidad de las obras, que sin embargo, no llegan a ser esculturas. Como señaló el propio artista: Ya no es "pintura sobre tabla", pero tampoco es escultura, insisto en mi paradoja de que es más "pintura" que nunca.