Tema muy recurrente en la obra de Xosé Cid, cuyas esculturas giran entorno a la figura humana, en este caso un hombre recostado. Se trata de una escultura de bulto redondo, donde se potencia la masa, dando lugar a formas redondeadas y plenas, que le otorgan solidez y estabilidad a la figura. El tratamiento que le infiere es muy superficial, a base de líneas sinuosas que crean un juego de espacios cóncavos y convexos poco profundos, y provocan un contraste de luces y sombras que actúan sobre la madera, creando diferentes tonalidades. Esto le sirve al artista para potenciar al máximo la capacidad expresiva del material aprovechando, en este caso, las vetas de la madera. Resalta el suave modelado de los volúmenes, logrando una textura lisa y suave al tacto. Los rasgos faciales y corporales aparecen sintetizados y esquematizados, mostrándonos solamente lo fundamental, con formas apenas insinuadas, lo que le otorga a la figura cierta intemporalidad.