Pablo Palazuelo es el gran maestro de la pintura geométrica española. Su primer contacto con el arte tuvo lugar en las clases de Dibujo y estatua que recibió mientras se preparaba para entrar en la Escuela de Arquitectura, carrera que cursó en la Universidad de Oxford. La Guerra Civil interrumpió sus estudios, que nunca retomó, pues decidió dedicarse por entero a la pintura. En un primer momento se centró en la pintura figurativa, hasta que, a finales de los cuarenta comenzó a hacer las primeras composiciones geométricas, siguiendo a Paul Klee, quien sería su gran maestro tanto en lo conceptual como en lo estético.
Gracias a una beca se trasladó en 1948 a París, donde conoció a Eduardo Chillida (1924 – 2002) y Eusebio Sempere (1923 – 1985). Desde el primer momento participó en exposiciones colectivas, entre las que destaca Les mains éblouies, celebrada en 1949 en la Galerie Maeght de París, con la que trabajaría a partir de entonces. Durante su estancia en París se dedicó también al estudio, creándose un bagaje cultural que integraba todo tipo de ciencias y conocimientos, desde la biología, la física o la geometría hasta el esoterismo, la cábala y el pensamiento oriental. En 1963 regresó definitivamente a España, donde continuó una actividad creativa siempre en continua evolución: en 1977 presentó en Madrid y Barcelona sus obras escultóricas y en 1978 comenzó su serie Signos, una de las más conocidas. Su última exposición comercial tuvo lugar en el año 2004, cuando expuso una serie de obras en las que introducía la línea curva. Entre los premios recibidos destacan la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1982) y el Premio Velázquez de Pintura (2006)