Relieve nº 408 A

La obra de Farreras está influenciada en gran medida por el informalismo: trabaja con materiales apictóricos como la seda, el papel o la madera que toma mundo cotidiano.

  • Francisco Farreras
  • 1998
  • Composición
  • Madera
  • 219
  • 165 x 305 cm (díptico)
  • Colección de Arte ABANCA

Si por algo se caracteriza la trayectoria artística de Farreras es por su unidad de estilo. Las experiencias en papel o tela de los coudrages y collages de etapas anteriores insinuan las mismas formas que explora en el peso de las tablas de madera. Su obra está influenciada en gran medida por el informalismo: trabaja con materiales apictóricos como la seda, el papel o la madera que toma mundo cotidiano.

A partir de mediados de los años ochenta empezó a trabajar en los relieves de madera, abandonando definitivamente los trabajos con collages en 1988. Farreras utiliza maderas que recoge de los derribos y conservándolas con sus cualidades primigenias: desgaste y vejez que dejan ver su propia historia. Sólo en algunas ocasiones las restaura. No realiza bocetos previos al trabajo de la pieza, siguiéndo una dinámica particular en la que el elemento central va guiando sus pasos. La composición de estos relieves responde a estructuras similares: como tema central se parte de una madera antigua o al menos gastada. En torno a ella se disponen los demás elementos que escoge según las necesidades de la pieza. Crea planos a través de la manipulación (moja la madera y la comba o recurre al contrachapado fino que adapta a la forma que quiere) y la superposición del material. La pieza puede abrirse hacia dentro o invadir el espacio desarrollándose hacia fuera.

El elemento central suele disponerse de manera vertical como tendencia natural, y puede variar desde una pieza única y alargada hasta un conjunto de piezas dispuestas de forma irregular. En torno a ella se colocan los demás elementos, en este caso planchas de contrachapado superpuestas en color más oscuro y  tratadas con algún barniz. Las formas son el resultado de los elementos utilizados y el juego espacial logrado por la disposición de planos que configuran el ritmo. El centro de la pieza es el punto de confluencia de todas las fuerzas.

Farreras respeta el color de la madera o el que tenía en su aplicación originaria (tonos tostados o diferentes tonos de ocre) de manera que su acción es concreta y sutíl, prefiriendo mostrar los matices, aprovechar las vetas y provocar alteraciones que se dirían naturales junto a otras que revelan un carácter artificial, artístico para establecer delicados contrastes. Asimismo, juega con las irregularidades de la superficie que consiguen efectos de luces y sombras.