La temática del paisaje gallego es una constante en la trayectoria de Abelenda. En sus obras intentaba conseguir una naturaleza sutil a partir de pocas líneas y tintas. Uno de los elementos más importantes de sus paisajes es la composición. En este ejemplo compone mediante la luz dejando el primer plano en sombra, a base de verdes oscuros, y contrastándolo con un segundo plano más luminoso. De este modo logra dar profundidad al cuadro. La luz gris azulada, como reflejo de las aguas nacaradas, se funde en el horizonte, donde se concentran las gamas de azules, violetas y suavísimos grises. La verticalidad del primer plano, dada por los árboles, se contrapone a la horizontalidad del fondo donde se concentra la luminosidad de la obra.